Lectura feminista de la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo: la mujer como Otro en la sociedad patriarcal. Por Raúl Vargas 2ºA.
Lectura
feminista de la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo: la mujer
como Otro en la sociedad patriarcal.
Para
un desarrollo adecuado de la temática de la redacción creemos
conveniente
responder
a las
siguiente cuestiones:
¿qué
se entiende generalmente por dialéctica?, ¿en qué hechos
significativos observa S.B la condición de esclava de la mujer
respecto al hombre?, ¿en qué consiste la compresión de la mujer en
base a la dialéctica amo-esclavo?, ¿cómo condicionó el pasado la
desigualdad hombre-mujer?, ¿cómo se puede superar esta desigualdad?
La
dialéctica hegeliana, usada a lo largo de la historia de la
filosofía en numerosos sentidos, resulta un tanto complicado
establecer un significado exclusivo. Pero algo que sí se tiene
claro es que es usada cuando se crea una oposición o controversia
entre dos elementos. Cuando se utiliza la dialéctica para cualquier
ámbito, siempre se tienen claros tres elementos que la definen o constituyen : tesis (punto de partida), antítesis (negación
de la tesis), y síntesis (nueva concepción del problema que se ha
generado). De una manera similar Simone de Beauvoir analiza el trato
de la mujer como lo Otro en vez de cómo Sujeto. Entendemos Otro como
aquel ser humano que no se reconoce a él mismo con la capacidad de
ser Sujeto, es decir, autor de su propia vida desde la libertad. El primer inconveniente que manifiesta Simone de Beauvoir
se produce cuando los hombres se afirman como sujetos, relegando a
las mujeres el papel de “otras”, y éstas no son capaces de
realizar una operación simétrica de afirmarse como sujetos y, por
el contrario, se someten a un punto de vista ajeno que dan por
válido. Pero esta ausencia de simetría es observada en los más
peregrinos hechos que pasamos a analizar.
Simone
de Beauvoir en “El Segundo Sexo”
afirma que cuando una película es dirigida por una mujer, se
distingue un cine de mujeres, pero en el caso de que sean los hombres
quienes hagan esta labor, no utilizamos ninguna diferencia. Esto
pone de manifiesto que el varón representa la objetividad por pleno
derecho, por el simple hecho de ser varón e imponer su perspectiva,
mientras la mujer representa la subjetividad, y esto es así porque
se han encargado los varones de hacer esta distinción, las mujeres
no la han cuestionado y de esta manera se han convertido en otras,
renunciado a ser sujetos. Lo que S.B pretende es que la mujer
reaccione, tome conciencia de la inferioridad y se reivindique como
sujeto. Para ello Simone de Beauvoir va a describir la
relación hombre-mujer mediante la dialéctica hegeliana del
amo-esclavo. .
Una
vez que ha sido analizado y definido el término “mujer”, como
otra, Simone de Beauvoir recurre a la filosofía
hegeliana, que califica como útil por partida doble. Esta filosofía,
en primer lugar, muestra la oposición en la construcción de la
consciencia misma. Un ejemplo lo vemos cuando
un extranjero nos visita, lo constituimos como otro, extraño, del mismo modo,
cuando nosotros salimos al extranjero, somos conscientes de que somos
constituidos como otros, o extraños, para los nativos de ese territorio. Del mismo modo, el amo para ser amo necesita el reconocimiento del esclavo y
la sumisión de éste, sin este reconocimiento y sumisión, el amo
nunca sería amo, por su parte, el esclavo, a cambio de esa sumisión y reconocimiento del señor, se beneficia de la
protección que el amo le brinda. En la relación hombre-mujer, que se considera
como una relación entre conciencias, la mujer asume el rol de
esclavo respecto al varón, si cuestionar la legitimidad de este
vasallaje. Esta relación implica muchas consecuencias. La primera
es que la verdadera y auténtica acción nace de la negación de ese vínculo de dependencia
por parte del esclavo que quiere acabar con la supremacía
(superioridad absoluta) del amo, para reivindicar su libertad. Pero esta reacción que ocurre en el caso del esclavo S.B se lamenta de que no ocurra en el
caso de la mujer, que viene condicionada por un pasado lejano y por
otras circunstancias, quedando así recluida en su condición de otra o esclava.
En
el pasado remoto, los varones arriesgaban su vida ante situaciones
peligrosas como la guerra y la caza...,
pudiendo actuar libremente y decidiendo sus propios fines. Por su
parte, las mujeres, que no participaban en esas empresas peligrosas
por la servidumbre de la maternidad, reconocían el valor y
prestigio del hombre, y esto llevaba a que los hombres obtuviesen el
prestigio y fuesen reconocidos por las mujeres, que pasaban a ser las “otras”
para el varón. Por último, los varones sometían a las mujeres
aprovechando su poder y prestigio y protegían a las mujeres para mantener dicho poder y prestigio. En
el ejemplo anterior, observamos como Simone de Beauvoir pone de
manifiesto cómo se ha consolidado esta situación, que no se ha
creado de forma repentina, sino que nos ha llevado con el transcurrir de los
siglos a una gestación de un sistema opresor o patriarcalista y a la consiguiente desigualdad
entre hombres y mujeres. Además, las mujeres quedan impedidas para la
rebelión por no tener conciencia de clase oprimida y mantener
vínculos familiares, afectivos y económicos con sus opresores. Por
ello, Simone de Beauvoir afirma que esta relación que se establece
en la dialéctica de Hegel describe la
relación entre hombre y mujer, ya que entre ellos no hubo nunca
enfrentamiento: ellas aceptaron lo que ellos llevaron a cabo y quedó
fuera de su alcance el transformar la situación y superarla.
Como
consecuencia de lo establecido, la mujer vive en una enorme
desventaja. La afirmación beauvoireana de que “económicamente
hombres y mujeres constituyen casi dos castas”, también se
encuentra en una situación de desigualdad. La relación de
vasallaje en que se han encontrado las mujeres respecto de los
varones, solo puede ser superada cuando las mujeres tengan
oportunidades para que se produzca su emancipación plena.
Han de poder afirmarse como sujetos de sus propios proyectos vitales
y ello requiere la modificación de su relación con los varones.
Cuando ellas se afirmen como sujetos, podrá tener lugar el
reconocimiento recíproco que posibilitará las relaciones
igualitarias y verdaderamente humanas entre hombres y mujeres.
En
conclusión, el hombre, amo, y la mujer, esclava, están en una
relación dialéctica de oposición y sometimiento que todavía
pervive en una sociedad patriarcalista a la espera de una superación de la desigualdad; esta
desigualdad se observa en fenómenos tan sencillos como hablar de
cine de mujeres, o literatura de mujeres ya que el mismo lenguaje
delata que la mujer es subjetiva, por el mero hecho de ser mujer, y
el hombre objetivo, por el mero hecho de ser hombre; esta diferencia y
desigualdad en el fondo revela una asimetría entre el amo, hombre, y
la mujer, esclava;
esta falta de simetría viene condicionada por un pasado en el que la
mujer quedaba completamente limitada por la sevidumbre de la
maternidad que le impedía arriesgar su vida en las empresas de
prestigio: la guerra y la caza; esta situación se superará cuando las
mujeres tengan las condiciones para emanciparse
plenamente y posibilitar relaciones plenamente humanas entre hombres y mujeres.
Muy largo para resumir
ResponderEliminar